lunes, diciembre 29, 2003

Dictadores y dictados

Ya he leído dos veces en El País de Madrid que Perón fue un dictador. No recuerdo en detalle la ocasión anterior (¿Javier Marías?), pero la última fue en una columna dominical de Mario Vargas Llosa contra Sadam Husein.

No soy peronista ni siento particular aprecio por el rol histórico del líder de este movimiento, pero citar su nombre en una nota sobre Sadam y ponerlo en una lista negra de "tiranuelos tercermundistas" junto con Baby Doc, Batista y Mobutu es francamente estúpido.

La única participación de Perón en una dictadura fue en el comienzo de su carrera política, a comienzos de los años 40, cuando acumuló cargos durante la presidencia del general Ramírez. Era una época de corrupción generalizada y golpes militares frecuentes. Esto no lo justifica, pero tampoco lo convierte automáticamente en un dictador, así como nadie llamaría dictadores en España -la España de la cual es ciudadano Vargas Llosa- a los políticos vinculados al franquismo que luego se convirtieron a la democracia.

A partir de allí, Perón fue expulsado y detenido por sus propios jefes, liberado por el reclamo popular, triunfador en tres elecciones, derrocado por un golpe militar y proscrito por décadas. Cuesta creer que esa sea la carrera de un tirano, y es directamente un disparate asociar este recorrido histórico con el de los genocidas que nombra Vargas Llosa.

Está claro que Perón practicaba un nacionalismo populista directamente inspirado en la experiencia de Mussolini. Tampoco hay duda de que intentó mezclar el Estado con la estructura de su propio partido para construir un movimiento que trascendiera los mecanismos democráticos. Pero cada vez que tuvo el poder desde 1945 lo hizo a través de las urnas, respetando la Constitución y manteniendo los poderes de la República en funcionamiento.

Se entiende que en su preocupación por vocear la cambiante agenda estadounidense, que viste de sátrapa al que ayer era socio, Vargas Llosa escriba a mano alzada y cometa errores. Pero el diario que paga por sus columnas no debería permitirlos. Siguiendo el modelo aristotélico de las formas de gobierno, Perón puede haber sido un demagogo, pero nunca un tirano. Argentina no fue bajo Perón una tiranía más que Estados Unidos lo es hoy bajo Bush, algo sobre lo cual Vargas Llosa no escribirá jamás. Porque no está claro si Bush es un tirano, pero es seguro un dictador: es quien dicta a Vargas Llosa lo que debe escribir, lo que es una pena, porque a este hombre se le daban mejor las letras cuando escribía lo que quería.

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