viernes, septiembre 12, 2003

DEUDAS PERSONALES Y DEUDAS PÚBLICAS

Vengo manteniendo una larga discusión por email con un amigo español sobre la situación financiera de Argentina. Su punto es, básicamente, que Argentina debe pagar todo lo que debe sin chistar y aceptar todas las condiciones, ya existentes o nuevas, que se le impongan.

El lugar apropiado para discutir sobre esto sería un foro o este blog. De momento, voy publicando mi último mensaje a él sobre el tema. En la opinión de mi amigo, la deuda de un país es comparable a un préstamo hipotecario. La respuesta:

Cuando no pagas la hipoteca, el banco no revisa tus cuentas ni te dice cómo debes manejar tu economía familiar. Te embarga y punto. Cuando un país no paga, como no puede quebrar ni ser embargado, el prestamista quiere controlar su economía. Pero el FMI ha demostrado ser extremadamente torpe en esa tarea: en México en 1982 y 1994, en el sudeste asiático en 1997, en Rusia en 1998, en Argentina en 2001.

El Fondo quiere que todo el superávit argentino se destine a pagar deudas, que se desate la ejecución masiva de morosos hipotecarios dañados por la crisis y que el gobierno argentino cubra a las empresas extranjeras por el riesgo inherente de sus negocios. Ese es su "proyecto sustentable" para la economía argentina.

Las responsabilidades del desastre financiero argentino son compartidas: tanto de los argentinos que aceptaron dinero fácil como de los financistas que -después de haber amasado fortunas- ahora piden ser compensados por haber jugado a la ruleta con nosotros. El problema es que mientras Argentina paga sus errores con millones de desnutridos y parados, en el FMI siguen como si nada hubiera pasado, sin autocrítica ni cambio de técnica. Su método es el mismo de siempre: no darle de comer al niño hasta que crezca.

El FMI retrasó deliberadamente la negociación para que Argentina se viera obligada a pagar con el 30 por ciento de sus reservas propias actuales y no con los fondos del nuevo acuerdo. Una manera cruel de querer demostrar quién manda.

No es que Argentina no quiera pagar. Solo no quería ser obligada contra reloj a firmar un acuerdo leonino que ahogaría su incipiente crecimiento económico. En este contexto, la actitud de Argentina es una muestra de seriedad frente a un organismo desprestigiado y fuera de control.

El FMI fue creado para ayudar a los países en problemas, no a los financistas en problemas. Un organismo internacional debería aportar racionalidad; sin embargo, ellos primero prestaron irracionalmente y ahora quieren cobrar irracionalmente. Argentina ha decidido comenzar a razonar. Si de verdad quieren un país "sustentable", como repiten hasta el agobio, tendrán que aceptar que la sustentabilidad también es social. Los países no quiebran, pero sus habitantes sí.