sábado, marzo 20, 2004

La derrota del PP en el 14-M ha dejado a este partido sin más tiempo para sacar provecho de algo que sus líderes solo quisieron ver como una amenaza: la inmigración.

Los discursos de centro o de derecha a favor de los flujos migratorios tienen por único argumento la conveniencia de sumar trabajadores a una Seguridad Social cada vez más abarrotada de ancianos. Pero hay también un efecto político que ha sido poco comentado y que podría tener consecuencias enormes en la España futura. Los inmigrantes tienen una noción de España mucho más sólida que la de muchos españoles. Salvo los conflictos más evidentes, como el de ETA en el País Vasco, las intensas diferencias autonómicas son casi imperceptibles para el extranjero, que trae consigo una idea unificada de España, producto de convenciones culturales y el efecto disolvente de una mirada remota.

En todo caso, el inmigrante tiene un primer contacto con el mosaico cultural español que suele ser traumático, porque sus intentos de conseguir trabajo se pueden topar con la barrera imprevista de una lengua adicional imprescindible (euskera, gallego, catalán) para ser aceptado, aún siendo hispanohablante nativo.

El padrón municipal de Madrid ya tiene un 15 por ciento de inmigrantes. Hay barrios de la ciudad, como Lavapiés, donde ese presencia lega al 30 por ciento. Si el PP hubiera aprendido a tratar a esos habitantes de otra manera, podría haber sembrado en una importante base social la idea de España que más le convenía. No es una idea de España que me interese particularmente, ni creo que las comunidades no reciban bien a los inmigrantes. Solo se trata de una oportunidad objetiva. Pero los populares, pese a su nombre, han sido incapaces de superar sus prejuicios y han preferido tratar al inmigrante como un mal signo de los tiempos. Su modelo de España es tan pequeño que ni siquiera tiene sitio para los que, sea por ignorancia o desesperación, quieren compartirlo.

viernes, marzo 12, 2004

Los dueños de la mentira

El jueves, cuando todos hablaban de ETA, un colega español me dijo: "en tu tierra están acostumbrados a que los funcionarios mientan, pero aquí si un ministro dice que un atentado lo cometió ETA, se terminó la discusión". Ah.

Con el correr de las horas, el gobierno español ha cambiado su afirmación tajante de que ETA fue la autora del 11-M por una discreta "hipótesis principal". Los medios españoles -que en los próximos años deberán reflexionar mucho, mucho, sobre lo que han publicado el día 11- han tenido la gentileza de disimular esta transición dialéctica.

Pero para que nadie se confunda, aquí están sus palabras originales: http://www.elmundo.es/elmundo/2004/03/11/espana/1079003714.html

"El ministro del Interior, Ángel Acebes, ha atribuido "sin ninguna duda" a ETA la autoría de los sangrientos atentados perpetrados en Madrid. Asimismo, ha criticado a los que "intentan desviar la atención de los responsables" de la tragedia, en alusión al portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi. El ministro confirmó que el explosivo utilizado en los atentados es el habitual usado por ETA. (...) Tras todo ello, dijo que es "intolerable" la postura de quien intenta desviar la atención de los responsables de la tragedia, en clara alusión a Otegi."

Mayorías

En su particular visión de la democracia, lo que el PP intenta conseguir en España no es la mayoría absoluta, sino la mayoría absolutista.